Superligas, debates y la Madre que nos parió
Tres reflexiones sobre tres asuntos distintos en una semana otra vez cargada de muchas (¿demasiadas?) emociones
Hola, pragmátic@ 👋🏽
Y buenos días. ¿Todo bien? Ojalá que sí. Esta semana han pasado demasiadas cosas como para poder centrarme en un solo tema. Como nada ni nadie me lo impide, no escribo hoy de uno, ni de dos, sino de tres asuntos distintos.
En la decimosexta publicación de la newsletter para la despolarización y para la reflexión, tres reflexiones: una sobre la Superliga Europea de fútbol, otra sobre debates electorales (en Madrid) y una última sobre la Madre Tierra. Unos ocho minutos tienen la culpa. Y si aún no te has suscrito y quisieras estarlo 👇🏽 :
En la vida, el dinero no lo es todo; en el fútbol tampoco
Sí, eso de que el dinero no lo es todo está ya muy visto y muy escuchado. Pero no por ello es menos pertinente recordarlo. Porque piensan algunos que es “absolutamente necesario” (dijo Joan Laporta, presidente del Barça) “salvar al fútbol” (dijo Florentino Pérez, presidente del Real Madrid) con (más) dinero. El motivo: que la pandemia ha hecho que los ingresos de estos dos equipos decaigan. El Real Madrid, dijo Florentino, ha pasado de ingresar 900 millones de euros a recaudar 600.
Vistas las orejas al lobo, no solo Madrid y Barça, sino también otros 10 clubes europeos (Atlético de Madrid incluido) firmaron un papelito para crear la Superliga Europea. Los réditos económicos de este campeonato servirían para sostener lo que ahora estos clubes han visto que es insostenible. La Superliga, si es que todavía existe después de que más de la mitad de los equipos firmantes hayan recogido cable, pretendía seguir hinchando una burbuja del fútbol que igual convendría pinchar. Pero eso para otro día.
*Resumen de la Superliga, con un toque de humor*
Lo más grave de la Superliga es que arrincona valores primordiales en el fútbol, que residen en el esfuerzo, el talento, el compañerismo, la solidaridad, la constancia o la dedicación. Esto quedaba eclipsado en una Superliga en la que tres cuartos de los participantes iban a ser fijos pasase lo que pasase. “Invitarían” luego a cinco equipos que consideraran dignos de competir contra los elegidos. Cabe preguntarse qué méritos tendría que hacer un club para poder recibir la invitación. ¿Serían económicos o deportivos?
El fútbol siempre ha sido más de lo segundo que de lo primero. La Champions League, por ejemplo, la juega quien lo merece. Y compite en ella quien tiene el suficiente talento para hacerlo. El Ajax ingresa menos dinero que el Real Madrid, pero en la Champions de hace dos años jugó dos partidos contra el Bayern de Múnich y no perdió ninguno. Se deshizo del Madrid en octavos con un antológico 1-4 en el Bernabéu. Luego eliminó a la Juve de Cristiano Ronaldo en cuartos.
Vale la pena repasar la trayectoria de aquel Ajax en aquella Champions. Un equipo atractivo, aguerrido, valiente y talentoso que igual no hubiese podido mostrar al mundo su poderío en el formato que han cocinado Florentino Pérez y compañía. Un formato que no es fútbol, es otra cosa.
“¿Quién ganó el debate electoral?”
El otro día, tras acabar el debate electoral en el que las seis candidaturas a la presidencia de la Comunidad de Madrid estuvieron presentes, caí en la cuenta de lo mucho que se debate sobre quién gana los debates. Me llegaban decenas de notificaciones de distintos medios y las redes sociales se llenaron de minuciosos análisis para determinar al vencedor. Y me preguntaba: ¿Para qué sirve esto? ¿Quién se beneficia? ¿El votante? ¿La audiencia de los medios? Luego puse esto por Twitter, que resume lo que pienso que tendrían que ser los debates sobre los debates.
A nadie se le escapa, además, que a buena parte de quienes debaten al respecto siempre les parece que quien ha vencido ha sido la persona con la que se identifica ideológicamente. La probabilidad de que así sea incrementa con un clima de trincheras y polarización como el actual. Así pues, en este escenario sirve de más bien poco malgastar palabras y tiempo en proclamar a un ganador del debate. Me vuelvo a preguntar: ¿No tendría más sentido analizar las propuestas que se han presentado y debatir sobre cuáles son más necesarias, cuáles más urgentes y cuáles más innovadoras? ¿No radica precisamente ahí la esencia de los debates electorales?
Aunque esencialmente los debates sean una plataforma en la que plantear ideas con las que persuadir al votante, a veces van más allá. Por ejemplo, ya que son eventos seguidos por mucha gente, no estaría de más que cuando uno o una tiene la oportunidad de condenar que tres representantes públicos hayan recibido un sobre con balas, ese uno o una verbalice esa condena. Y que lo haga sin paliativos. Condenar algo para inmediatamente sugerir que no es creíble lo que condenas no vale. ¿Tanto cuesta? No debería.
Aunque en España sean mayoría quienes condenan la violencia a quienes la alientan, la justifican y la banalizan, no condenar que a un ex-vicepresidente le amenacen de muerte o no condenar que se lancen piedras a un líder político es a todas luces perjudicial para quienes habitan una democracia, donde la violencia no es nunca el camino. ¿No te gusta un partido? No lo votes. ¿Preferirías que no estuviesen en las instituciones? Ciérrales el paso con votos, no con balas. No con piedras.
Banalizar la violencia es grave, pero hay otro episodio del debate en La Ser que no solo es grave, sino que además es (muy) triste: “Levántese y lárguese”, le dijo Rocío Monasterio a Pablo Iglesias. ¿Es eso de recibo? En democracia, o al menos en una sana, hay que estar abierto a escuchar a quien no piensa como tú. Dispuesto a intercambiar argumentos con quienes no entienden el mundo como tú. Siempre y cuando se tengan argumentos, claro. Tiene que haberlos, y también tiene que haber una clase política seria, responsable y comprometida con el bien común, no con la testosterona. Entre la ciudadanía son mayoría quienes anteponen la responsabilidad y el bien común a la testosterona y a una actitud de patio de colegio, que es en lo que se ha convertido lo político. Este spot de Salvados va más o menos de eso.
Protectores de la Madre Tierra
Ha pasado algo más desapercibido que la Superliga Europea y los debates electorales, pero esta semana ha sido el Día Internacional de la Madre Tierra. La madre que nos ha “parido”, la madre de todos. La que nos ve crecer y vivir, a la raza humana pero también a los animales, que habitan los océanos, los bosques y los desiertos del planeta. Es también la que nos proporciona agua de la que beber y tierra fértil donde sembrar semillas que más tarde serán alimentos. No seríamos nadie, ni nada, sin la Madre Tierra. Por eso hay que cuidarla. Por eso quienes la habitamos debemos ser sus protectores. A fin de cuentas, es nuestra casa. ¿Quién no cuida de su propia casa?
Además de porque es imprescindible para nuestra propia supervivencia, la Madre Tierra nos ha hecho a todos un pedazo de regalo. Un planeta rico en recursos y diverso en especies. A mí personalmente siempre me han maravillado los animales. Por eso, la belleza de un lince ibérico es suficiente para que en mi conciencia sea vital evitar que se extingan. Cosas más simples y más fáciles como no encerrar a un pájaro en una jaula o a un pez en un acuario también me vienen constantemente a la cabeza, porque lo veo injusto para esas criaturas en particular y para la Madre Tierra en general. ¿Quisiera ésta que priváramos a quienes forman parte del mundo animal de su existencia y de su libertad? No lo creo.
La Madre Tierra quisiera no solo que cuidáramos más y mejor a los animales. Si tuviese voz, nos diría que también quiere que cuidemos más y mejor de sus océanos y de sus bosques. De sus ecosistemas, en general. Para ello, es clave que la humanidad sea consciente de las consecuencias de sus actos. Tanto para lo bueno como para lo malo. En resumen, sírveme pues la efeméride que tuvo lugar el 22 de abril para proponer que los humanos seamos protectores de la Madre Tierra. Porque la necesitamos fuerte y sana para sobrevivir, sí, pero también porque es bella y majestuosa.
Extra, extra 🎬
Las recomendaciones hoy las voy a reducir a tres contenidos audiovisuales sobre los tres asuntos tratados. Los tres están en Netflix:
Fútbol: The English Game, una miniserie preciosa sobre el origen del fútbol moderno.
Política: Designated Survivor, una serie sobre política a mi juicio muy entretenida.
Madre Tierra: Seaspiracy, un documental sobre lo que pasa en los océanos, que va más allá de la contaminación producida por el plástico.
¿Te ha gustado la newsletter? Compártela 🗣
Además de compartir la publicación usando el botón de abajo, también puedes darle al ❤️ si te ha gustado. Luego el algoritmo hará el resto para que llegue a más gente.
El Pragma es tu Pragma 💡
Abierto estoy a propuestas y sugerencias. ¿Quieres decirle algo al mundo? Házmelo saber, esta newsletter es de quien la escribe y de quien la lee. Lo que sea, aquí:
He recibido algunas propuestas que me parecen muy interesantes y muy necesarias que abordaré en el futuro, por cierto. A quienes las hayan propuesto, gracias. Al resto: gracias también por estar al otro lado de la pantalla un domingo más. Nos “vemos”,
Adnán