Elecciones, emociones y democracia
Quienes optan a presidir la Comunidad de Madrid han hecho de la pasionalización de la política su principal estrategia electoral
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Hoy, domingo 2 de mayo de 2021, toca abordar el papel que juegan las emociones en la política en general y en la campaña electoral de Madrid en particular. Todo eso y más en unos 6 minutos.
Sin más dilación:
Primero fue “socialismo o libertad”. Luego, con la entrada de Pablo Iglesias en escena, “comunismo o libertad”. Y más tarde llegó el “democracia o fascismo”. A estas alturas de la campaña (o no-campaña) electoral en Madrid de cara a los comicios del 4M, a pocos ojos y oídos no han llegado todavía estos dicotómicos y simplistas eslóganes. Simples, sí, pero esconden detrás de ellos un patrón compartido, al que hizo referencia el filósofo Diego Civilotti en una entrevista publicada en esta newsletter. Esto dijo:
“Niall Ferguson hablaba del poder de la emoción, del giro afectivo en un espacio público en el que la política es colonizada por la emoción. Y cuando las emociones colonizan todo, se retira el aspecto cognitivo. Esto no quiere decir que haya que enfrentar a ambas porque la emoción es necesaria para crecer y aprender, pero es en torno a la emoción donde se concentran los populismos y los reduccionismos”
Sobre ese patrón habló Eduardo Madina en el programa radiofónico de La Ínsula, donde el ex-político señaló que en la campaña para las elecciones autonómicas madrileñas había tenido lugar la pasionalización de la política. Es decir, que quienes optan a presidir la Comunidad de Madrid han hecho de la pasión y la emoción su principal estrategia electoral, desplegada en debates, mítines y entrevistas.
En España, sostiene Marcos de la Morena, periodista y analista político, son “el miedo, el rechazo y la esperanza” las emociones que más potencian los partidos políticos. Daniel Valdivia, politólogo y sociólogo, añade la excitación, que se asemeja a la emoción del entusiasmo. Como seguramente supone el lector, hay emociones negativas y hay emociones positivas.
Pero independientemente de que sean negativas o positivas, las emociones en política sirven para más o menos lo mismo: configurar la manera en la que la gente se siente hacia algo o alguien. Esto es, si en campaña electoral un determinado partido instrumentaliza una determinada emoción, puede lograr que un determinado votante piense o actúe de una determinada manera.
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Guillermo Fernández: “Se ha puesto muy de relieve la emoción del miedo”
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Por ejemplo, lleva ya unos años siendo común que los populismos de derecha apoyen sus promesas electorales sobre inmigración en las emociones. En concreto, en el miedo y en el rechazo, transmitiendo al electorado que los inmigrantes son un peligro para la civilización occidental o para el bienestar y orden sociales. En Madrid, el cartel de la discordia (de Vox) puede generar rechazo a los inmigrantes, en concreto a los menores no acompañados. Ciudadanos ha jugado durante toda la campaña al rechazo y al miedo a los extremos.
El miedo ha hecho asimismo acto de presencia en los mitines de las formaciones de izquierda. Guillermo Fernández, politólogo e investigador en la Universidad Complutense de Madrid, explica que “en el caso de Unidas Podemos y, en menor medida de PSOE y Más Madrid, se ha puesto muy de relieve la emoción del miedo. Al autoritarismo, al fascismo, a la anti-democracia”.
Señala Fernández, sin embargo, que en la “simplificación extrema de los términos de la política (comunismo o libertad; fascismo o democracia)”, el de libertad (del PP) se ha llevado la palma por las emociones que ha conseguido suscitar. “Emociones positivas, de esperanza en el futuro”, arguye el politólogo e investigador, quien expone que el término “libertad se ha asociado, en un contexto de pandemia donde ha habido confinamientos y restricciones, a la libertad para poder salir de casa y poder ganarse la vida”. De ahí que el lema de los populares, que también busca generar miedo al comunismo (o al socialismo, al principio de campaña), haya tenido, según Fernández, “mucha más capacidad de decir algo en concreto que los grandes significantes como democracia o fascismo”.
¿Más emociones, más polarización?
A pesar de que Ramón Máiz recuerda aquí que “la política se ha elaborado teóricamente como el reino por excelencia de lo racional”, en el ámbito de las ciencias políticas son quizá mayoría quienes consideran que las emociones en política son difícilmente descartables.
Por ejemplo, Daniel Valdivia manifiesta que “las emociones son el pequeño empujón en la movilización de individuos que quizás no participarían en política sin ellas. Siempre han jugado un papel importante en el juego político”. Ahora, dice, “las emociones han cobrado un mayor peso”, como ha sido el caso de Madrid. Valdivia señala que en la campaña se ha visto un escenario de “política reactiva, donde la derecha presenta un plebiscito sobre Sánchez e Iglesias y la izquierda un plebiscito sobre Ayuso”.
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Daniel Valdivia: “El problema no son las emociones, sino qué emociones”
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¿Y qué consecuencias ha tenido que en Madrid lo político gire más en torno a la emoción que a la razón? El filósofo holandés Bart Brandsma defiende que las emociones son fundamentales en el ascenso de la polarización, y a nadie se le escapa que la campaña electoral del 4M ha sido de las más polarizadas de los últimos tiempos. A lo largo y ancho de esa campaña las emociones, sobre todo las negativas, han sido protagonistas. Marcos de la Morena asegura que éstas no solo “generan polarización, sino que su uso continuado daña la democracia”.
De todas maneras, Daniel Valdivia señala que aunque sea “evidente que los sentimientos y la polarización van de la mano, habría que poner el foco en cuáles generan polarización”. Y sugiere que “el problema no son las emociones, sino qué emociones”. Es por eso que defiende que no todas son dañinas, porque “la democracia requiere de alegría, esperanza e ilusión para su correcto funcionamiento”.
De la Morena agrega que esas emociones positivas “pueden reactivar a la población y hacer que crean más en las instituciones”. Propone, además, que los partidos usen aquellas emociones “que sirvan para reforzar la democracia, no para dañarla”. Si ese fuera el caso, quizás la pregunta “¿más emociones, más polarización?” tendría una respuesta distinta a la actual. Quizás.
Extra, extra 💭
Os dejo un comentario sobre las emociones en política que me puso una persona en Instagram: “Te diré las que creo que menos se usan y más deberían usarse: la empatía y el sentido común”. Chapeau.
Y un programa de La Clave, que muchos suscriptores conoceréis. ¿Había emociones en esos debates? Seguramente, pero también había argumentos. Y respeto. Y capacidad de entendimiento. Ojalá hubiese más debates así hoy. A mí personalmente me ha parecido muy interesante este que comparto:
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Por mi parte, esto ha sido todo por hoy. Recuerda que El Pragma es tu Pragma y también que el domingo es para descansar y para disfrutarlo. ¡Y feliz Día de la Madre a todas las madres! En especial a la mía, que probablemente esté leyendo esto antes de que me despierte 😅 . Hasta la próxima,
Adnán