“La política actual solo piensa en términos electorales, se apela al público en función de las convicciones"
Diego Civilotti, filósofo, habla de "patio de colegio" para referirse al terremoto político de esta semana y aboga por recuperar el "diálogo socrático" en el debate público
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“¿Qué es la filosofía para ti?”. He formulado esta pregunta a la gente que me rodea, física y virtualmente, a lo largo de la última semana. Las respuestas obtenidas han sido variadas: reflexionar, desarrollar la mente, fomentar el pensamiento crítico para conseguir la libertad del ser, aprender a no dar nada por sentado, cuestionarse las cosas, buscar el sentido de la vida, producir más preguntas que respuestas… Todas ellas son prácticas que no parece que sean las hegemónicas en un mundo y en una España donde el populismo triunfa, los discursos simples se abren paso y la política se ha convertido en lo que Diego Civilotti (Argentina, 1984) califica de “patio de colegio”. Para él, la filosofía es un “afán siempre insatisfecho frente a nuestras certezas”.
Filósofo, profesor y también músico, Civilotti piensa que revertir la situación actual pasa por generar espacios democráticos en los que se fomente el diálogo socrático, para pensar y para argumentar más. Defiende que esta tarea pueden los ciudadanos llevarla a cabo desde sus respectivas parcelas. Desde la suya en Badalona, Diego Civilotti contribuye a la divulgación del pensamiento filosófico con su podcast Filosofía de Bolsillo, donde ha repetido en más de una ocasión que las sociedades contemporáneas están arrinconando a la ciencia a la que ha dedicado su vida.
Pregunta: ¿Arrinconar a la filosofía significa que estamos arrinconando a tareas fundamentales para el ser humano como son las de pensar y reflexionar?
Respuesta: Los únicos espacios que tenemos ahora son de ruido, de enfrentamiento y de repetición de lemas, que es lo que te encuentras en las redes sociales. El lado positivo es que eso está contribuyendo a que haya una demanda creciente de espacios en los que pensar y dialogar.
P: ¿Qué sentido tiene entonces que en un mundo con tantos espacios de ruido y confrontación haya países (como España) en los que se elimine la filosofía de las aulas?
R: La tendencia general es la de eliminar lo que no aporta al rendimiento económico. Vivimos una época de grandes transformaciones, cuando el mundo viejo no ha muerto y el nuevo tampoco ha nacido. En política, la tendencia ahora es reforzar la teatralización y la moralización, cuando lo que hacen los políticos ni siquiera es en beneficio de la moral, sino de administrar poder.
“El desprecio a la salud mental degrada la democracia”
P: ¿Qué piensas de la manera en la que se desarrollan los debates políticos en la actualidad?
R: Tengo la sensación de que no hay ni el diálogo ni la pluralidad de opiniones que tendría que haber en el espacio público. Detecto que se recurre a las convicciones para que la gente se reafirme en sus posiciones, para que sus clientes compren y sigan comprando su producto.
P: La pandemia ha propiciado que se esté empezando a hablar más sobre salud mental. Se me ocurre que tiene que tener algún tipo de conexión con la filosofía.
R: La cuestión de la salud mental tiene una relación muy profunda con la filosofía y con la razón porque la falta de salud mental es una barrera a la razón. El desprecio por parte de los políticos a la salud mental degrada la democracia y creo que las consecuencias de este fenómeno no se están valorando lo suficiente, cuando son imprescindibles.
P: No parece que las mociones de censura de Ciudadanos y PSOE y las elecciones anticipadas del PP sean imprescindibles en mitad de una pandemia. ¿Qué te ha venido a la mente con todo este terremoto político?
R: Que todo está pasando a ser un patio de colegio en el que cada vez se construyen más trincheras. Vivimos en una situación bélica en la que no caben los matices. O estás con unos, o estás con otros. Hay también un cierto proceso de infantilización de la población, se trata a los ciudadanos como si fuesen niños. Todo esto está llevando a la muerte del diálogo en el espacio público.
“Cuando las emociones colonizan todo, se retira el aspecto cognitivo”
P: Un amigo me decía que los políticos parecen estar jugando a hundir la flota...
R: La acción política actual solo piensa en términos electorales, se apela al público en función de las convicciones de sus votantes. Eso dificulta los pactos y las propuestas conjuntas porque las posiciones son inamovibles, lo cual produce en la sociedad polarización, por una parte, y desafección, por otra. La gente llega a la conclusión de que no hay salida política a sus problemas y eso es peligrosísimo porque se entra en una situación de dogmatismos y fanatismos. Es el fin del proyecto ilustrado.
P: Aristóteles apuntó que la retórica no debía estar al servicio del engaño. Es inevitable relacionar esta aristotélica frase con algunos de los eslóganes que se ven en redes sociales.
R: Este juego de proferir lemas solo sirven para alimentar la olla a presión de los votantes de uno y otro lado. Me parece una irresponsabilidad porque el discurso político está en manos de un departamento de comunicación que vende ideas para beneficiarse de una lucha de poder. Es una política de violencia en la que interesa a los que gestionan el poder que seamos ingenuos.
P: ¿Por qué triunfan estos lemas? El tuit de Ayuso lo ha petado.
R: Niall Ferguson hablaba del poder de la emoción, del giro afectivo en un espacio público en el que la política es colonizada por la emoción. Y cuando las emociones colonizan todo, se retira el aspecto cognitivo. Esto no quiere decir que haya que enfrentar a ambas porque la emoción es necesaria para crecer y aprender, pero es en torno a la emoción donde se concentran los populismos y los reduccionismos.
“En el diálogo, el propósito no es imponerse, lo que interesa es llegar juntos a algún lugar”
P: ¿Qué autores o qué obras filosóficas les recomendarías a los líderes políticos de la actualidad?
R: Les invitaría a que leyeran a Stefan Zweig para que analicen de qué manera se llega a los conflictos. Y también les propondría la biografía de Erasmo de Róterdam, que decía que el fanatismo lleva a la barbarie y que pedía que le dejaran pensar en medio del ruido. En general, les diría que hay que volver al diálogo socrático, que hay que recuperarlo.
P: ¿Diálogo socrático?
R: La democracia se tiene que fundar en el diálogo y en los espacios democráticos y eso no es lo mismo que los debates y las tertulias que vemos por televisión. En el diálogo, el propósito no es imponerse, lo que interesa es llegar juntos a algún lugar, incluso estar dispuestos a modificar nuestras propias ideas. Todo esto está cada vez más ausente de la política. Es una gran amenaza porque el peligro de las democracias actuales es que ya no necesitan un golpe de estado, se van desmantelando de forma casi imperceptible.
P: Acerca de las democracias, en un capítulo de Filosofía de Bolsillo mencionas que han perdido el contenido, ¿a qué te refieres?
R: Si te paras a preguntar por la calle, la gente solo percibe la democracia cuando va a votar. Es un problema de unos cuantos siglos de trayectoria porque en el momento en el que se construyen sociedades masivas la participación y el diálogo han perdido protagonismo y se ha optado por las democracias representativas. Tenemos que encontrar otras formas de participación democrática que ahora no tenemos.
P: ¿Y qué papel pueden jugar los medios en esa participación democrática?
R: Lamentablemente, los medios, que son fundamentales para las sociedades democráticas, para su madurez y para que exista la pluralidad de opiniones, conviven con una parte de las redes en las que se supone que se delibera, pero no es así. El otro día vi que un medio tenía como lema “el análisis para tener opinión”. ¿Opinión? La opinión es algo que ya se da por sentado, no tiene ningún valor. Tener una opinión no es lo mismo que argumentar, pensar, dialogar… A eso tendrían que incitar los medios, no a tener una opinión.
P: La filósofa Victoria Camps hablaba en una entrevista sobre la duda. Sobre cómo hay quienes se sienten mucho más cómodos en la certeza que en la duda.
R: Dudar parece que es un signo de deblidad cuando tendría que ser de fortaleza, porque mantenerse en la duda es difícil. Por eso hay también que reivindicar a Erasmo, porque él defendía el derecho a dudar. Hoy en día hay quienes leen para confirmar sus creencias, no se está dispuesto a encontrar algo diferente. Aquí entra también en juego la posverdad, que es lo que parece verdad y no lo es, y que se podría relacionar con la caverna platónica.
“No hay que retirarse ni rendirse nunca del espacio público, por mucho ruido que hagan quienes lo degradan”
P: José Carlos Ruiz, también filósofo, hacía referencia en una entrevista al hiperindividualismo. ¿Estamos perdiendo el concepto de ciudadanía que defendían Sócrates y Platón?
R: En la actualidad la ciudadanía está muy erosionada. Y el aislamiento de este concepto hace cada vez más difícil el diálogo, el entrar en un espacio común con el otro. Se pueden hacer muchas reformas pero si no se cuida la ciudadanía...
P: En parte de esa ciudadanía está calando la anti-política.
R: Quienes han llegado a la conclusión de la anti-política es porque se sienten muy ajenos a los representantes, y porque está calando la desafección. Pero la anti-política es imposible. Es una trampa porque creer que se puede ignorar la política es engañarse a sí mismo. Con quienes optan por esa vía habría que dialogar para convencerles de que la política va más allá de los políticos, de que está también en la sociedad civil.
P: Muchas voces señalan que las sociedades y las democracias actuales requieren de cambios profundos precisamente para evitar, entre otras cosas, que se opte por la anti-política. ¿Dónde empieza ese cambio?
R: Puede sonar simple y cursi, pero creo que una vía es no rendirse ni retirarse del espacio público nunca, por mucho ruido que hagan quienes lo degradan. Es necesario dar una batalla diaria con el pensamiento y con la palabra porque esa es la batalla más efectiva. Tenemos que mantenernos firmes en fomentar el diálogo, en valorarlo. Incluso sin controlar las reformas educativas los docentes pueden intentar llevar ese diálogo a las aulas, y lo mismo con cada ciudadano en sus respectivas parcelas. En estos tiempos oscuros que nos ha tocado vivir, hay que recuperar el espíritu humanista.
P: Desde su respectiva parcela, y sabedor de que te iba a entrevistar, un amigo me pidió que te preguntase sobre la pizza con piña...
R: Es un síntoma de la decadencia de Occidente. ¿No había otras dos cosas para mezclar?
Para seguir filosofando 💭
El podcast de Diego Civilotti: Filosofía de Bolsillo
Diez entrevistas a diez filósof@s diferentes para “repensar el mundo”.
¿Cómo funciona la mente? En Netflix tenés una miniserie al respecto: ‘La mente, en pocas palabras’
¿Quién es Erasmo de Róterdam? Su biografía, aquí.
Una entrevista al filósofo José Carlos Ruiz, disponible en Youtube.
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